Mucho más que longaniza

Patrimonio Cultural en Graus

lunes, 30 de mayo de 2016

Investigación y publicaciones

Desde hace varias décadas, coincidiendo con la introducción de la conciencia patrimonial e histórica en las instituciones de nuestro país, el Ayuntamiento de Graus, en colaboración con diferentes organismos administrativos supralocales, lleva poniendo en práctica una política de publicaciones encaminada a poner en valor tanto la rica historia grausina como el patrimonio que posee. De esta forma, durante este tiempo, se han destinado ciertos recursos a financiar investigaciones de carácter histórico, antropológico, lingüístico, artístico o folklórico que han visto la luz en forma de publicaciones serias cuya contribución al conocimiento del pasado local ha sido fundamental de cara a despertar el interés de todos los ciudadanos por conocer precisamente esos hechos, aquellas personas, aquellos lugares, que forjaron el presente de nuestra localidad.

En el aspecto plenamente historiográfico, podemos decir que la obra Septembris, del Doctor en Historia Medieval Jorge Mur, natural de Graus, supuso el punto de partida a este proceso de revitalización de los estudios acerca del municipio. Si bien la tradición historiográfica ha sido desde antiguo muy prolífera en Graus, recordemos al propio Joaquín Costa buscando los orígenes del asentamiento ya a finales del siglo XIX; su institucionalización, esto es, su coordinación y financiación pública, no se ha dado hasta tiempos muy recientes, como decíamos anteriormente. En dicha obra se aborda el desarrollo de la historia de Graus desde los siglos XI a XV desde una perspectiva que, como el propio autor especifica en su prólogo, está a caballo entre el ensayo y la novela. Técnicamente, se catalogaría como “estudio microhistórico” pero, en cualquier caso, dejando a un lado denominaciones que solo interesan a los historiadores, supone el punto de partida para la realización de una “historia oficial” de Graus, a completarse con otros dos volúmenes cuando el concejo lo estime oportuno. Además de tratarse de una labor de investigación ingente que sigue la metodología historiográfica de manera exhaustiva, su lenguaje tiene la capacidad de adaptarse a todos los públicos, haciendo de ella una obra divulgativa, sin perder un ápice de rigor histórico. En cualquier caso, y volviendo a lo que nos atañe en este blog, iniciativas como ésta ponen de manifiesto la importancia que ha adquirido el estudio y la divulgación del pasado a nivel local, intentando sensibilizar al ciudadano desde las instituciones públicas, algo logrado gradualmente gracias a la aportación individual de autores que han realizado dicha labor de forma autónoma siendo posteriormente ayudados por determinados organismos, y también de aquellos cuya participación ha sido requerida por el propio consistorio local. Son ambas dos vías perfectamente legítimas para potenciar la cultura y es el propio ayuntamiento el que debe estar a la altura de promocionar cualquier iniciativa pública o privada.




Tal es el caso de una publicación, ésta de las más recientes, por parte del filólogo Justo Broto, vecino también de Graus, que lleva por título “La villa de las once puertas”. Estamos ante un estudio del desarrollo urbano en Graus entre los siglos XI y XVIII, un ensayo interdisciplinar que busca, a través del manejo de abundante documentación histórica, recomponer el pasado de la  Villa y de aquellos que la habitaron mediante la evolución de su urbanismo. Iniciativa privada que ha contado con la colaboración del Ayuntamiento, la obra es un claro ejemplo de la potencialidad del estudio de Graus desde una perspectiva académica pero, sobre todo, personal, dado que, como venimos diciendo, la pasión de determinados autores se ve reflejada en publicaciones físicas cada vez con mayor asiduidad lo que a su vez provoca el despertar del interés general por saber más acerca del lugar en el que vivimos.





Un último ejemplo financiado también por instituciones públicas es el que representa la obra “Graus Revisitado, secuencia gráfica del progreso local”. Firmada también por Jorge Mur, se trata de un proyecto doble que ha contemplado la instalación de una exposición temporal en el centro Espacio Pirineos y la posterior publicación del libro que incluye el aparato gráfico de dicha exposición acompañado del propio texto historiográfico centrado en el desarrollo del progreso local. A nuestro entender constituye una idea brillante en la que, para mayor originalidad, se ha contado con la participación de diversos fotógrafos locales quienes con sus aportaciones se han ocupado de fotografiar desde los mismos ángulos las fotografías antiguas que componen la exposición, como muestra inequívoca y visual del propio progreso de la localidad, un testimonio necesario que mantiene e incluso eleva el nivel de las publicaciones locales en el campo de la historia y el patrimonio.



jueves, 28 de abril de 2016

Dos modelos de intervención sobre el patrimonio


En este post nos proponemos presentar y analizar dos ejemplos de intervención sobre el patrimonio totalmente opuestos en cuanto a su proyección y materialización. Ni qué decir tiene que ambos responden a las necesidades propias del bien a restaurar y, por tanto, intentar ponerlos en entredicho fuera de su contexto resulta absolutamente equivocado. Sin embargo, tomados de forma individual, le puede ser adscrita a cada uno una línea clara de las metodologías restauradoras enfrentadas, esto es, la conservadora y la reformadora. No es cuestión aquí de entrar en debates bizantinos ni, como decimos, de condenar o alabar proyectos que, a fin de cuenta, buscan la mejora del estado previo del edificio y la optimización de su funcionalidad. Simplemente nuestro objetivo es el de presentar al lector dos casos cercanos de conservación y restauración arquitectónica y que él mismo sea quien decida cuál es el que resulta más adecuado.

El primero de ellos se inició en el año 2000, con la presentación de un proyecto de restauración y acondicionamiento de un antiguo templo para albergar un centro de interpretación que convendría en llamarse Espacio Pirineos. El lugar elegido fue la iglesia de la Compañía, edificio que, tras décadas en desuso, acabó en manos del consistorio local a finales de los años 80. Fundado a mediados del siglo XVII, el convento de los jesuitas, del que efectivamente sólo se mantiene la iglesia, es un exponente casi perfecto de la arquitectura de la orden, construido a imagen y semejanza del templo del Gesú en Roma. El resto del complejo lo conformaba el propio convento con su claustro, su arcada superior y todas las dependencias interiores. Lamentablemente éste fue desmontado y sus sillares aprovechados para la construcción del cercano templo de Torreciudad, quedando su solar disponible para la ubicación posterior del instituto de educación secundaria.

En cualquier caso, el proyecto de restauración que se acometió a inicios del siglo XXI buscaba convertir una decrépita iglesia que hacía las veces de almacén en un espacio multifuncional que ejerciese de centro de interpretación y exposición, equipamiento para conferencias y conciertos y, en definitiva, que ocupase el lugar de referencia cultural del municipio. Todo ello se iba a realizar con el objetivo intrínseco de devolver el brillo y la dignidad a uno de los inmuebles más sobresalientes del patrimonio grausino, como ha quedado refrendado, todavía más si cabe, tras su restauración.

Así pues, con éste espíritu, en septiembre del año 2000, se encarga el proyecto a los arquitectos Royo Iglesias y Solana Montero quienes, tras llevar a cabo su labor de estudio, determinan que la intervención a realizar procurará conservar la estructura original y todos los rasgos característicos del edificio. En la memoria justificativa consultada, se puede observar cómo recalcan que solo se “actuará de forma más agresiva en la entrada de la iglesia, donde se sitúa el acceso a la planta coro y en la actual sacristía, adaptada como salón de actos y salida al patio”. Efectivamente confirmamos que la metodología de la restauración es de corte conservador, sobre todo si la contrastamos con la que veremos más adelante. Pensado como espacio museístico, el proyecto contempló desde el inicio la presencia de un visitor centre que actuase como punto de referencia del visitante y en el que éste pudiera disponer no sólo de la información acerca del propio Espacio Pirineos sino también de toda la comarca, adquiriendo las funciones habituales de las oficinas de turismo.

Como venimos diciendo, el estado previo del conjunto era bastante deficiente, haciéndose necesaria la intervención urgente en el tejado, la limpieza a fondo, la eliminación de tabiquerías, la colocación de nuevas carpinterías y la adaptación de un suelo técnico. Sumado a ello, también resultaba indispensable la creación de unas nuevas estructuras que dieran acceso al piso superior en el que, a lo largo de la tribuna, se distribuirían nuevas salas para albergar la exposición permanente sobre la vida, el folklore y las costumbres de la Ribagorza. A su vez, en las capillas de la nave central, se procedió a su acondicionamiento, pintado e iluminación para hacer uso de ellas como espacio expositivo de las muestras temporales mientras que en el ábside se colocó un collage en el que se puede observar toda la fauna y la flora del entorno pirenaico, protegido por una gran placa metálica en la que se ubica la pantalla desplegable destinada a las proyecciones visuales. Para completar la intervención, la antigua sacristía se convirtió en una sala de conferencias al mismo tiempo que las dependencias situadas sobre ésta fueron diseñadas para albergar los documentos del archivo histórico municipal.

La restauración aúna por tanto la idea de recuperación y restauración de un bien de primer orden dentro de la localidad; y la de introducción de elementos de modernidad para convertirlo en un espacio funcional acorde a las necesidades culturales de la ciudadanía. Por tanto, desde nuestro punto de vista, resulta totalmente acertada.

Pasamos a continuación a abordar otra de las grandes restauraciones acometidas en la capital administrativa ribagorzana a principios de este nuevo siglo. Se trata de la que afectó al Ayuntamiento o Casa de la Villa encargada al mismo equipo de arquitectos antes nombrados en junio de 2001. En este caso, la memoria justificativa, también consultada, es rotundamente esclarecedora: “para la realización de la obra es imprescindible el derribo total del interior del edificio manteniendo las paredes medianeras, las cuales se deberán repasar y reforzar puntualmente, y las fachadas principal y posterior. Se modifica toda la estructura interior desde la cimentación a la estructura vertical y horizontal, totalmente nueva. Demolición total de la cubierta de teja”.

El Ayuntamiento de Graus ocupa el lugar central de la plaza mayor, encuadrada a su vez en el caso histórico declarado Conjunto de Interés Cultural como ya se ha mencionado en varias ocasiones en este blog. Así pues, goza de una protección patrimonial especial que implica la revisión y autorización de todas las intervenciones realizadas por parte de las autoridades competentes.

Las noticias históricas nos hablan de un edificio primigenio situado en una solar propiedad de la familia Bardaxí, cuya residencia se encontraba a escasos metros del mismo en la propia plaza mayor. En 1584 ya se tiene constancia de la construcción de una Casa de la Villa en dicho solar. Por tanto, nos encontramos ante un edificio que respira historia, referencia indispensable de ciudadanos y foráneos durante más de cuatro siglos, encuadrado entre otras construcciones hermanas con las que comparte un desarrollo histórico similar. De todo ello resulta que la intervención debía ser, cuando menos, cauta y sensible a esta realidad, tal y como se desprende de la memoria justificativa, fundamentalmente en las zonas externas del edificio.

No obstante, cualquiera es consciente de las necesidades actuales que tiene un edificio de estas características. El antiguo ayuntamiento se encontraba saturado desde el punto de vista espacial. Al aumento del personal se sumaba la necesidad de adaptación a los nuevos procedimientos administrativos, todos ellos marcados por la aparición de las nuevas tecnologías. Además, los accesos, la iluminación y la ventilación debían de ser optimizados puesto que todos ellos habían quedado obsoletos, no atendiendo a los equipamientos básicos de cualquier inmueble de hoy en día. Por todo esto, se decidió “vaciar” el antiguo edificio para levantar uno nuevo mientras se conservaban las fachadas. Dividido en cuatro plantas que incluyen el sótano, lugar de almacenamiento y de archivo, y la planta bajo cubierta, el ayuntamiento se identifica con la tendencia arquitectónica tendiente a lo diáfano mediante el uso abundante del vidrio que permite la entrada de luz natural procedente de un lucernario central ubicado sobre la sencilla escalera principal. Del mismo modo, predominan los tonos blancos, ocres y grises en suelos, paredes y barandillas así como la colocación de maderas claras en marcos y puertas. En definitiva, la visión interior es la de un edificio plenamente contemporáneo, audaz para algunos, mesurado para otros, que cumple de forma solvente con las necesidades funcionales para las que fue diseñado.




Esa imagen interna contrasta con el panorama exterior. La fachada principal, compartimentada claramente en tres niveles correspondientes a los arcos sustentantes, el cuerpo central y la arquería superior, fue modificada durante la dictadura mediante el repicado de su encalado blanco y el descubrimiento del ladrillo inferior, dotándola de un aire sobrio en contraste con el resto de fachadas adyacentes. La última restauración contempló la vuelta de la fachada a su estado original sustentando su intervención en las referencias fotográficas del primer tercio del siglo XX así como en su presencia en el Pueblo español de Barcelona, donde representa un ejemplo de la arquitectura civil aragonesa del Renacimiento. Por su parte, en la estrecha fachada posterior se abrió una nueva puerta de acceso donde previamente se situaba una gran cristalera a través de la cual accedía la luz a la sala de lectura de la Biblioteca Municipal, recolocada después de la restauración en las antiguas dependencias del instituto de educación secundaria antes mencionado.


Hemos visto cómo en un corto radio aparecen modelos de rehabilitación diversos y, por tanto, de gran utilidad de cara a realizar un análisis en profundidad en cuanto a su proyección, desarrollo y resultado. En próximas entradas seguiremos presentado ejemplos de reutilización de espacios antiguos y creación de nuevas infraestructuras culturales, avanzando en la muestra de nuestro rico patrimonio.

viernes, 26 de febrero de 2016

Entrando en materia: El Santuario de la Virgen de la Peña

Originalmente comprendido dentro de la limitación del Conjunto Histórico Artístico de la declaración de 1975, al Santuario de la Virgen de la Peña le fue otorgada la subcategoría de Monumento Histórico, comprendida también dentro de la categoría de BIC, por sus características específicas que conllevan igualmente una protección jurídica acorde a éstas.

La Virgen de la Peña es, podríamos decir, prácticamente desde su construcción en el siglo XIII, el santo y seña de la localidad, para entendernos, la foto que todo visitante recuerda, la imagen que todo grausino evoca cuando se hace referencia al pueblo. Tiene, por tanto, una gran carga identitaria, tradicional, y, sobre todo, histórica y artística. Dadas estas condiciones resulta lógico su tratamiento patrimonial exclusivo en busca de la atenta tutela a esta singularidad.

Desde el punto de vista histórico, no son pocas las teorías, acertadas a mi parecer, que ubican el pequeño templo islámico, fruto de los más de doscientos años de estancia musulmana en la zona, en el solar que hoy ocupa parte de la propia iglesia actual. Es totalmente congruente pensar también que al abrigo de la gran masa pétrea se asentasen los primeros pobladores, quienes al paso del tiempo irían descendiendo por la ladera en dirección a la vega del río, aumentando el perímetro protegido del solar como todavía se puede observar en algún muro del santuario cuya potencia respondería indudablemente a fines defensivos aunque posteriormente fuera utilizado como elemento sustentante del edificio religioso.

En cualquier caso, no han sido pocos los acontecimientos históricos que han tenido al santuario como escenario, hechos que, por cierto, se encuentran bien documentados desde antiguo. No es momento de relatarlos aquí. Baste decir que, en lo que se refiere a lo propiamente artístico (y a la gestión de su patrimonio) nos encontramos con una magna obra arquitectónica que sigue estando viva, en continua evolución desde su edificación. El santuario es la suma del trabajo multisecular que los habitantes locales han realizado movidos por distintos motivos, un trabajo que, en cualquier caso, ha generado una amalgama de estilos que parten desde algunos elementos del gótico aragonés y se centran, fundamentalmente con su celebérrima arquería, en el renacimiento tardío, culminando en determinados testimonios barrocos. Todo ello, armonioso, le concede al conjunto una personalidad artística que, unida a las variadas funciones que ha desempeñado a lo largo del tiempo, hace que tanto su denominación como su catalogación no carezcan de cierta dificultad, aunándose actualmente en las figuras de santuario y monumento artístico respectivamente.

Precisamente, analizando el último decreto dispuesto al respecto de la categorización del Santuario, vemos cómo éste también ha pasado por distintas denominaciones desde que en 1975 se incluyera dentro de la declaración de Conjunto Histórico- Artístico de la Villa de Graus, como ya denotamos en la entrada anterior. En dicho decreto se dispuso, en primer lugar, que tras la entrada en vigor de la Ley 3/1999 de Patrimonio Cultural Aragonés, quedase igualada la categoría que ostentaba la Villa y el Santuario a la de BIC. En segundo lugar, que mediante la Orden de 11 de junio de 2002 y siguiendo el apartado segundo de la Disposición Transitoria Primera de la Ley del Patrimonio Cultural de Aragón, se completase la delimitación de dicho BIC para determinar los bienes muebles que contiene y el entorno de protección que debe establecerse. Dicha delimitación se llevó a cabo erróneamente ya que la parcela en la que se ubica el Santuario fue confundida con otra perteneciente al mismo polígono como puede observarse en el plano correspondiente del catastro municipal. Para enmendar esta situación se dictó este Decreto 161/2010 de 7 de septiembre de 2010 al que hacemos referencia en el que se aprovechó para cambiar la categoría de protección del Santuario de la Virgen de la Peña, mejor adscrita a la de Monumento específico dentro del Conjunto de Interés Cultural que ostenta en la actualidad, esto es, la de un Bien de Interés Cultural afectado por el mayor grado de protección jurídica sobre el patrimonio.




Obviamente, la potestad del Santuario recae sobre la Diócesis Barbastro- Monzón aunque éste se encuentra tutelado por la parroquia local de San Miguel Arcángel, también situada, por cierto, dentro del límite del Conjunto de Interés Cultural de Graus. Desde el punto de vista de su cuidado y promoción, desde hace varias décadas, la Asociación Cultural “Amigos de la Peña”, de naturaleza civil y laica, lleva a cabo una labor de gestión del Santuario que va desde la recolección de fondos para las posibles intervenciones sobre el mantenimiento estructural del edificio, a la organización de unas jornadas culturales durante todos los meses de agosto protagonizadas por conferencias que giran en torno a aspectos relacionados con el Santuario, Graus y Ribagorza, aunando pues las facetas de conservación, investigación y difusión del patrimonio. Sumado a ello, el Santuario alberga un espectacular Museo de Iconos organizado en torno a las salas que antaño hacían las veces de residencia para los monjes y clérigos confinados en el recinto, museo al que dedicaremos una de las próximas entradas.

viernes, 22 de enero de 2016

Sobre la Declaración de la Villa de Graus como Conjunto Histórico- Artístico

La declaración del conjunto histórico de la villa de Graus como bien de interés cultural fue publicada en el boletín oficial del estado el 17 de diciembre de 1975. En dicha declaración se describe, de forma excesivamente ambigua, aquellos bienes que merecían ser catalogados y protegidos por la legislación vigente debido a su importancia histórica y artística.

En líneas generales, la declaración delimita un gran espacio, el del casco histórico grausino, esto es, la extensión de la localidad hasta su expansión extramuros en el siglo XVI, incluyendo en él elementos de muy diversa cronología y condición. Evidentemente semejante amplitud propicia una ausencia de datos en lo que a esos bienes incluidos se refiere, no presentándose en la declaración nada más que la somera descripción de aquellos ejemplos artísticos más visibles así como de la trama urbana correspondiente al período antes citado.

Concretamente, la denominación que se expide mediante la declaración es la de Conjunto histórico- artístico de la Villa de Graus y el Santuario de Nuestra Señora de la Peña y, con ella, se encierra todo lo que posteriormente pasa a enumerar, englobándolo en su totalidad pero no protegiendo especialmente nada en particular. Sobre esa ligera descripción de aquellos elementos más importantes del conjunto cabe preguntarse si, hoy en día, con el peso de cuarenta años de conciencia patrimonial a espaldas de la sociedad, estaríamos ante un texto tan escueto o por el contrario se hubiera planteado de forma más exhaustiva. En cualquier caso, lo incuestionable es que el texto hace especial hincapié en destacar la riqueza de los valores históricos, artísticos y arquitectónicos de todo el conjunto.

Aborda en primer lugar la Plaza Mayor, de la que destaca su"acusado aspecto medieval" cuando los estudios más actuales la relacionan más bien con el renacimiento aragonés, en origen, y con la modernidad tardía, en su semblante actual. Habla la declaración de casas palaciegas sobre arcos apuntados (a decir verdad debería haber utilizado el singular ya que de éste estilo sólo se conserva un ejemplar) y semicirculares. Entre ellas se encuentra la Casa de la Villa o Ayuntamiento, en la que me detendré más detenidamente en el post dedicado a las rehabilitaciones arquitectónicas, y varias edificaciones que debido a su representatividad se han convertido en punta de lanza de la marca Graus.

Seguidamente a la Plaza, la declaración hace referencia al resto del que podríamos llamar casco histórico, si bien sólo queda reseñado una parte del mismo. Da inicio por la "Calle de Chos", nomenclatura peculiar (que no errónea) que otorga al tradicionalmente conocido como Barrichós, esto es, el barrio viejo o el barrio de abajo (dependiendo de las interpretaciones filológicas), primera trama urbana construida en la falda de la Peña. Dentro del propio Barrichós destaca la mención a un "curioso paso protegido" sito en la calle del Val, que pasa bastante inadvertido por su ubicación en una estrecha vía poco transitada.
Portal de Chinchín o Puerta de Barbastro. Entrada Sur al Barrichós

Tras este recorrido por la arquitectura civil, el texto de la declaración se centra en el patrimonio eclesiástico. Resalta de éste la iglesia parroquial de San Miguel y sus tablas del s.XV, nombrando específicamente la de San Vitorián y la de San Benito. Deja sin embargo en "valiosos objetos litúrgicos de los siglos XV a XVII" al resto del patrimonio mueble del templo entre los que se encuentra, por ejemplo, la talla del Cristo entregado a los grausinos por San Vicente Ferrer, de importancia capital en el posterior desarrollo de la tradición local, como también tendremos ocasión de analizar en posteriores entradas de este blog.

Vemos, eso sí, que la declaración se detiene, como no podía ser de otra forma, en el Santuario de la Virgen de la Peña que, si bien dentro de ese núcleo primigenio, se encuentra ciertamente alejado de la citada trama urbana, al abrigo de la Peña del Morral, dominando Graus y su vega. Su marcada especificación dentro de la declaración responde sin ningún género de dudas a su relevancia en el desarrollo histórico y artístico de la localidad siendo el monumento más visible y característico de la misma. Menciona de pasada su antecedente como capilla primitiva, olvidándose de su posible pasado como emplazamiento de la mezquita musulmana, y se va directamente al edificio de mediados del siglo XVI, nombrando incluso a sus hacedores. Respecto a su interior, a pesar de encontrarse sucinta pero correctamente descrito, se olvida también de que una nada desdeñable proporción fue reconstruida tras su destrucción parcial durante la Guerra Civil.

Finalmente, se hace efectiva la declaración mediante las disposiciones que quedan organizadas en tres artículos en los que la decisión en cuanto a las actuaciones sobre el conjunto recaen directamente sobre la Dirección General de Patrimonio Artístico y Cultural del Ministerio de Cultura, no haciendo ninguna referencia a la legislación aragonesa.

A la propia declaración hay que sumarle la ampliación que se quedó reflejada en el BOA de 17 de julio de 2002 en la que mediante un plano se delimitaba ese conjunto histórico-artístico y su entorno, dejando fuera del mismo determinados elementos en los que me también nos detendremos en siguientes publicaciones.

martes, 12 de enero de 2016

A modo de introducción: Brevísima historia de Graus

Si bien no es éste un blog de Historia, para alcanzar los objetivos anteriormente expuestos, resulta necesario introducir al lector en el patrimonio grausino mediante un somero repaso del proceso histórico que la villa oscense ha experimentado a lo largo del tiempo.

La presencia humana en la zona a la que hacemos referencia queda atestiguada desde el Epipaleolítico en el abrigo de Las Forcas, situado muy cerca de la confluencia de los ríos Ésera e Isábena. El material hallado en los yacimientos de Forcas I y Forcas II tiene un amplio marco cronológico y es quizá el perteneciente a la etapa de transición entre el Mesolítico y el Neolítico el que merezca mayor atención debido a su singularidad respecto al de otros yacimientos cercanos. Más allá de esta información arqueológica, lo cierto es que no es hasta muchos siglos después, ya en plena Baja Edad Media, cuando empezamos a encontrar más datos acerca de Graus y su zona de influencia. Esta vez es gracias a varias fuentes escritas en forma de crónicas medievales, más concretamente, las que narran la derrota y posterior fallecimiento de Ramiro I en la batalla que libró la mañana del 8 de mayo de 1063 frente a las murallas de la entonces plaza musulmana.

Entraba así el municipio en la Historia, marcado por el avance cristiano hacia el sur del que viente años después, en 1083, sería testigo, al ser finalmente conquistado por Sancho Ramírez y posteriormente ligado al señorío del monasterio sobrarbense de San Vitorián.
Varios hitos fueron los que a lo largo del medievo y del inicio de la modernidad configuraron paulatinamente a Graus como centro dinámico de referencia en Ribagorza. El primero se sitúa en 1201 con la concesión a la villa del derecho de feria anual a celebrar el día de San Miguel, evento que sigue teniendo lugar actualmente en la misma fecha fijada entonces si bien la tipología de sus productos ha pasado de ser esencialmente caballar en inicio, a difuminarse en una amalgama de géneros adaptados a las nuevas necesidades. El segundo lo ubicamos al comienzo del siglo XV, exactamente en 1415, con la llegada a Graus en su periplo hacia tierras ultrapirenaicas de Vicente Ferrer, dominico posteriormente canonizado que con sus ardientes prédicas dejaría huella en el recuerdo de los grausinos quienes lo proclamarían santo patrono protector de la villa.

Tras un siglo XVI esplendoroso, reflejado en el conjunto histórico de la localidad, la zona no es ajena a los nefastos avatares históricos que afectan al conjunto de la península en los siglos XVII , XVIII y XIX si bien disminuye su repercusión histórica respecto a siglos anteriores. Finalmente, durante el siglo XX, Graus sufrirá los efectos de la Guerra Civil desde el lado republicano para después iniciar un proceso de recuperación parejo al del resto del país que desembocará en la actualidad. Aunque parezca que en el siglo XVI se detiene, el proceso de desarrollo nunca queda estancado. A éste volveremos en forma de pequeñas pinceladas siempre que las entradas del blog lo requieran. El ya comentado rico patrimonio que posee es buena muestra de la incesante actividad económica, social, política y religiosa del lugar. Patrimonio artístico y, fundamentalmente, patrimonio intangible, con una serie de tradiciones y folklores que pretendo mostrar a lo largo de la vida de este blog.

viernes, 4 de diciembre de 2015

La intención

El blog que en este momento aparece en sus pantallas tiene su origen en un proyecto desarrollado dentro del marco del Máster de Patrimonio que actualmente el abajo firmante se encuentra cursando en la Universidad de Zaragoza.

Con él se propone una serie de objetivos cuya consecución intentará alcanzar mediante la puesta en práctica de todas aquellas herramientas adquiridas a lo largo del presente curso y, fundamentalmente, en la asignatura denominada Gestión del Patrimonio Cultural.

Para llevar a cabo dicho cometido, el caso seleccionado a analizar es el del Patrimonio cultural de la Villa de Graus, Huesca. Dos han sido las razones que han llevado al autor a escoger este ejemplo. La primera es la difusión reivindicativa del sorprendente patrimonio cultural de Graus desde el punto de vista de un licenciado en Historia que, tras un década compartiendo impresiones diariamente con conciudadanos de todo lugar y condición, todavía ve cómo éste queda eclipsado por manifestaciones de otra índole, por otro lado no menos importantes que las histórico-artísticas, en el imaginario del foráneo. Estas manifestaciones, básicamente gastronómicas, sin duda han realizado una fantástica labor publicitaria pero quizá ha llegado el momento de, sin abandonarlas, promover nuestro patrimonio por su marcada personalidad. La segunda, y quizá de mayor relevancia en lo que respecta a la propia asignatura, es la gran riqueza patrimonial que existe en nuestra localidad y que permite abordar multitud de supuestos referentes a la actuación y gestión sobre el patrimonio para obtener una visión final de conjunto.

Centrado el tema, los objetivos básicos del blog son la divulgación y difusión del patrimonio artístico, arquitectónico, histórico, paisajístico, lingüístico e inmaterial existente en Graus; la investigación o mejor, el análisis  de las encomiables estrategias puestas en marcha por las distintas instituciones para conservarlo, ponerlo en valor y publicitarlo; y, finalmente, poner en relieve determinados aspectos del propio patrimonio cultural grausino que en ocasiones pasan desapercibidos, quizá por su poca repercusión o por la falta de una observación detenida, y sin embargo forman parte del mismo.

Con la idea de que perdure en el tiempo, las publicaciones en el blog intentarán tener una periodicidad lo más regular posible con el fin de que todo aquel que desee seguirlo, pueda obtener paulatinamente una imagen del abundante patrimonio cultural de nuestra localidad y se anime a visitarla. Porque Graus es mucho más que longaniza.