En este post nos proponemos presentar y analizar dos ejemplos de
intervención sobre el patrimonio totalmente opuestos en cuanto a su proyección
y materialización. Ni qué decir tiene que ambos responden a las necesidades
propias del bien a restaurar y, por tanto, intentar ponerlos en entredicho
fuera de su contexto resulta absolutamente equivocado. Sin embargo, tomados de
forma individual, le puede ser adscrita a cada uno una línea clara de las
metodologías restauradoras enfrentadas, esto es, la conservadora y la reformadora.
No es cuestión aquí de entrar en debates bizantinos ni, como decimos, de
condenar o alabar proyectos que, a fin de cuenta, buscan la mejora del estado
previo del edificio y la optimización de su funcionalidad. Simplemente nuestro
objetivo es el de presentar al lector dos casos cercanos de conservación y
restauración arquitectónica y que él mismo sea quien decida cuál es el que
resulta más adecuado.
El primero de ellos se inició en
el año 2000, con la presentación de un proyecto de restauración y acondicionamiento
de un antiguo templo para albergar un centro de interpretación que convendría
en llamarse Espacio Pirineos. El
lugar elegido fue la iglesia de la Compañía, edificio que, tras décadas en
desuso, acabó en manos del consistorio local a finales de los años 80. Fundado
a mediados del siglo XVII, el convento de los jesuitas, del que efectivamente
sólo se mantiene la iglesia, es un exponente casi perfecto de la arquitectura
de la orden, construido a imagen y semejanza del templo del Gesú en Roma. El
resto del complejo lo conformaba el propio convento con su claustro, su arcada
superior y todas las dependencias interiores. Lamentablemente éste fue
desmontado y sus sillares aprovechados para la construcción del cercano templo
de Torreciudad, quedando su solar disponible para la ubicación posterior del
instituto de educación secundaria.
En cualquier caso, el proyecto de
restauración que se acometió a inicios del siglo XXI buscaba convertir una
decrépita iglesia que hacía las veces de almacén en un espacio multifuncional
que ejerciese de centro de interpretación y exposición, equipamiento para
conferencias y conciertos y, en definitiva, que ocupase el lugar de referencia
cultural del municipio. Todo ello se iba a realizar con el objetivo intrínseco
de devolver el brillo y la dignidad a uno de los inmuebles más sobresalientes
del patrimonio grausino, como ha quedado refrendado, todavía más si cabe, tras
su restauración.
Así pues, con éste espíritu, en
septiembre del año 2000, se encarga el proyecto a los arquitectos Royo Iglesias
y Solana Montero quienes, tras llevar a cabo su labor de estudio, determinan
que la intervención a realizar procurará conservar la estructura original y
todos los rasgos característicos del edificio. En la memoria justificativa
consultada, se puede observar cómo recalcan que solo se “actuará de forma más
agresiva en la entrada de la iglesia, donde se sitúa el acceso a la planta coro
y en la actual sacristía, adaptada como salón de actos y salida al patio”.
Efectivamente confirmamos que la metodología de la restauración es de corte
conservador, sobre todo si la contrastamos con la que veremos más adelante.
Pensado como espacio museístico, el proyecto contempló desde el inicio la
presencia de un visitor centre que
actuase como punto de referencia del visitante y en el que éste pudiera
disponer no sólo de la información acerca del propio Espacio Pirineos sino también de toda la comarca, adquiriendo las
funciones habituales de las oficinas de turismo.
Como venimos diciendo, el estado
previo del conjunto era bastante deficiente, haciéndose necesaria la
intervención urgente en el tejado, la limpieza a fondo, la eliminación de
tabiquerías, la colocación de nuevas carpinterías y la adaptación de un suelo
técnico. Sumado a ello, también resultaba indispensable la creación de unas
nuevas estructuras que dieran acceso al piso superior en el que, a lo largo de
la tribuna, se distribuirían nuevas salas para albergar la exposición
permanente sobre la vida, el folklore y las costumbres de la Ribagorza. A su
vez, en las capillas de la nave central, se procedió a su acondicionamiento,
pintado e iluminación para hacer uso de ellas como espacio expositivo de las
muestras temporales mientras que en el ábside se colocó un collage en el que se
puede observar toda la fauna y la flora del entorno pirenaico, protegido por
una gran placa metálica en la que se ubica la pantalla desplegable destinada a
las proyecciones visuales. Para completar la intervención, la antigua sacristía
se convirtió en una sala de conferencias al mismo tiempo que las dependencias
situadas sobre ésta fueron diseñadas para albergar los documentos del archivo
histórico municipal.
La restauración aúna por tanto la
idea de recuperación y restauración de un bien de primer orden dentro de la
localidad; y la de introducción de elementos de modernidad para convertirlo en
un espacio funcional acorde a las necesidades culturales de la ciudadanía. Por
tanto, desde nuestro punto de vista, resulta totalmente acertada.
Pasamos a continuación a abordar
otra de las grandes restauraciones acometidas en la capital administrativa
ribagorzana a principios de este nuevo siglo. Se trata de la que afectó al Ayuntamiento
o Casa de la Villa encargada al mismo equipo de arquitectos antes nombrados en
junio de 2001. En este caso, la memoria justificativa, también consultada, es
rotundamente esclarecedora: “para la realización de la obra es imprescindible
el derribo total del interior del edificio manteniendo las paredes medianeras,
las cuales se deberán repasar y reforzar puntualmente, y las fachadas principal
y posterior. Se modifica toda la estructura interior desde la cimentación a la
estructura vertical y horizontal, totalmente nueva. Demolición total de la
cubierta de teja”.
El Ayuntamiento de Graus ocupa el
lugar central de la plaza mayor, encuadrada a su vez en el caso histórico
declarado Conjunto de Interés Cultural como ya se ha mencionado en varias
ocasiones en este blog. Así pues, goza de una protección patrimonial especial
que implica la revisión y autorización de todas las intervenciones realizadas
por parte de las autoridades competentes.
Las noticias históricas nos
hablan de un edificio primigenio situado en una solar propiedad de la familia
Bardaxí, cuya residencia se encontraba a escasos metros del mismo en la propia
plaza mayor. En 1584 ya se tiene constancia de la construcción de una Casa de
la Villa en dicho solar. Por tanto, nos encontramos ante un edificio que
respira historia, referencia indispensable de ciudadanos y foráneos durante más
de cuatro siglos, encuadrado entre otras construcciones hermanas con las que comparte
un desarrollo histórico similar. De todo ello resulta que la intervención debía
ser, cuando menos, cauta y sensible a esta realidad, tal y como se desprende de
la memoria justificativa, fundamentalmente en las zonas externas del edificio.
No obstante, cualquiera es consciente
de las necesidades actuales que tiene un edificio de estas características. El antiguo
ayuntamiento se encontraba saturado desde el punto de vista espacial. Al aumento
del personal se sumaba la necesidad de adaptación a los nuevos procedimientos
administrativos, todos ellos marcados por la aparición de las nuevas
tecnologías. Además, los accesos, la iluminación y la ventilación debían de ser
optimizados puesto que todos ellos habían quedado obsoletos, no atendiendo a
los equipamientos básicos de cualquier inmueble de hoy en día. Por todo esto,
se decidió “vaciar” el antiguo edificio para levantar uno nuevo mientras se
conservaban las fachadas. Dividido en cuatro plantas que incluyen el sótano,
lugar de almacenamiento y de archivo, y la planta bajo cubierta, el
ayuntamiento se identifica con la tendencia arquitectónica tendiente a lo
diáfano mediante el uso abundante del vidrio que permite la entrada de luz
natural procedente de un lucernario central ubicado sobre la sencilla escalera
principal. Del mismo modo, predominan los tonos blancos, ocres y grises en
suelos, paredes y barandillas así como la colocación de maderas claras en
marcos y puertas. En definitiva, la visión interior es la de un edificio
plenamente contemporáneo, audaz para algunos, mesurado para otros, que cumple
de forma solvente con las necesidades funcionales para las que fue diseñado.
Esa imagen interna contrasta con
el panorama exterior. La fachada principal, compartimentada claramente en tres
niveles correspondientes a los arcos sustentantes, el cuerpo central y la
arquería superior, fue modificada durante la dictadura mediante el repicado de
su encalado blanco y el descubrimiento del ladrillo inferior, dotándola de un
aire sobrio en contraste con el resto de fachadas adyacentes. La última restauración
contempló la vuelta de la fachada a su estado original sustentando su
intervención en las referencias fotográficas del primer tercio del siglo XX así
como en su presencia en el Pueblo español
de Barcelona, donde representa un ejemplo de la arquitectura civil
aragonesa del Renacimiento. Por su parte, en la estrecha fachada posterior se
abrió una nueva puerta de acceso donde previamente se situaba una gran
cristalera a través de la cual accedía la luz a la sala de lectura de la
Biblioteca Municipal, recolocada después de la restauración en las antiguas
dependencias del instituto de educación secundaria antes mencionado.
Hemos visto cómo en un corto
radio aparecen modelos de rehabilitación diversos y, por tanto, de gran
utilidad de cara a realizar un análisis en profundidad en cuanto a su
proyección, desarrollo y resultado. En próximas entradas seguiremos presentado
ejemplos de reutilización de espacios antiguos y creación de nuevas
infraestructuras culturales, avanzando en la muestra de nuestro rico
patrimonio.